Todo me parece bonito
Wednesday, May 12, 2010
La Personificación de Sevilla para mí
Reme, la señora con quien he vivido por las últimas cuatro meses, para mi es la personificación de qué es Sevilla:
Bonita
Amable
Graciosa
Cariñosa
Abierta
Franca y también Sincera
Acogedora
Con mucho alma
Real
y una persona (o ciudad) que siempre va a estar conmigo en mi corazón.
El 2 y 3 de Mayo de 1808
Tenía la oportunidad de viajar a Madrid durante un fin de semana que marca unas fechas muy importantes en la historia de España: el 1 y 2 de Mayo (volví a Sevilla el 3).
La decisión de ir a Madrid fue muy espontáneo, pero además muy coincidental porque fui al Prado el 2 de Mayo y vi a dos obras famosas de Goya, dos siglos después de cuando las imágenes pintadas ocurrieron en Madrid. Están basados en el levantamiento del 2 de mayo, cuando ocurrió grandes protestas por las fuerzas napoleónicas que habían invadierado la ciudad.
En las obras, se puede ver la gravedad de la guerra, y como oscuro la fue. Fue un momento en que tenía carne de gallina, y un recuerdo de mi tiempo estudiando en España que nunca voy a olvidar.
¡Viva la Feria!
Como la mayoría de los alumnos extranjeros que están estudiando en Sevilla, tenía la oportunidad de ir a la Feria de Sevilla. Fui cinco veces, con varios grupos de personas.
La primera vez, fue una experiencia muy rápida, pero tenía la oportunidad de probar un poquito de todo: entré una caseta por la primera vez y bailé las Sevillanas con mi amiga Carolina.
Mi última vez, el domingo de la feria, tal vez fue el día mejor para mí. Fui este día con la señora con quien vivo, Reme, y siete de sus amigas. Todos tienen personalidades muy amables, graciosas, pero distintas y son muy abiertas. Conversé con ellas mucho cuando llegamos a la feria, y después de comer, tenía la oportunidad de bailar con algunas de ellas. Nunca voy a olvidar esta experiencia: las trajes de flamenco de colores brillantes, la comida sabrosa, la música alegre, la buena compañía de amigos españoles, y sobre todo, la rica cultura que ofrece Sevilla de su Feria.
“¿Hay niños pobres en tu país?” (Texto en Español)
La incidencia de fracaso escolar entre los estudiantes andaluces es del 38%, superando así la media nacional estimada en un 30,8% y muy lejos del 14,9% de la Unión Europea. El fracaso escolar, cuyo origen radica en la gran pobreza y marginación social, forma parte de la cruda realidad a la que se enfrentan los niños de El Vacie, el poblado chabolista de Sevilla.
Por: Rachel Schmitt & Traducción: Alejandro Palomino Guzmán
“¿Hay niños pobres en tu país?” Es la pregunta de Nicolás*, de 10 años, tras explicar su rutina diaria: se levanta a las 8 de la mañana, coge el autobús, desayuna en el colegio y después se dirige a clase, todo ello solo. “Tengo clase de lengua y también estoy aprendiendo las tablas de multiplicar del cuatro al siete”, explica Nicolás. “Después del colegio voy a los talleres: carpintería, albañilería, fontanería y pintura”. Sus profesores le consideran muy trabajador, muy independiente y con una motivación y concentración excepcionales. Sin embargo, no le gusta nada vivir en El Vacie.
El poblado chabolista de El Vacie es el hogar de casi 200 niños que están integrados en diferentes colegios de Sevilla. No obstante, la asistencia irregular y el ambiente social problemático fuera de la escuela suelen llevar a una incidencia especialmente desafortunada: el fracaso escolar. Tal y como lo define Entorno Social, una publicación independiente que se ocupa de temas de bienestar social de actualidad, este problema es “la conclusión de una etapa determinada en el colegio en la que no se han alcanzado los requisitos mínimos, lo que se traduce en un fracaso en la consecución de la educación necesaria”.
La incidencia de fracaso escolar entre los estudiantes andaluces llega hasta el 38%, superando así la media nacional estimada en un 30,8% y muy lejos del 14,9% de la Unión Europea. El problema es más grave en lugares como El Vacie, donde hay niños que “prácticamente acaban su escolarización tras la educación primaria”, explica Nieves Lobato, profesora de apoyo dentro del programa de educación compensatoria en el colegio Pedro Garfias. Esto supone el abandono de las aulas a los 12 años o algo más, aunque la educación sea obligatoria hasta los 16.
“Vivo en una chabola pero poco a poco estamos convirtiéndola en una casa”, añade Nicolás. Hace tan sólo dos años tenía una vida distinta. Nicolás se trasladó de Galicia a El Vacie cuando su madre se casó con un hombre que vive aquí. “He ido a muchos colegios distintos”, explica Nicolás, “pero de todos mi favorito es el Pedro Garfias”.
Pedro Garfias es un centro público de educación primaria ubicado fuera del poblado chabolista, en la zona norte de la ciudad. De un total de unos 225 alumnos matriculados en el colegio, 12 vienen de El Vacie. A estos últimos se les considera parte de un grupo marginado de la sociedad, ya sean gitanos (españoles o portugueses) o familias desempleadas. En el Pedro Garfias reciben actualmente la ayuda de un equipo de profesores comprometidos y especializados. “Este colegio presenta un largo historial de asistencia a estudiantes socialmente desfavorecidos”, explica la logopeda del centro María José Luque Oliva. Nicolás es uno de los 12 alumnos que, según María José, “probablemente encuentre algo mejor algún día”. A pesar de su corta edad, Nicolás ya “comprende que la forma de salir de El Vacie es trabajando duro”, añade la logopeda.
Existen varias ONG que proporcionan asistencia a los niños de El Vacie y ayudan a María José y Nieves en su trabajo. La Fundación Gota de Leche da el desayuno diario a los niños alrededor de las 8:30 de la mañana. El desayuno de hoy “ha sido Cola Cao, cereales y un bocadillo que nos podemos llevar a clase”, explica Antonio, de 11 años. Antonio viene de una familia de 11 personas y todas comparten una casa que no tiene agua caliente.
Otra ONG, Movimiento por la Paz, el Desarme y la Libertad (MPDL), se encarga del transporte escolar de los niños que viven en El Vacie y actúa también de mediadora entre la familia y los profesores.
Algo que dificulta que superen los obstáculos dentro del aula es que fuera del Pedro Garfias, “hay muy poca constancia en el trabajo… Son incapaces de acabar sus deberes”, afirma Nieves. Incluso ha habido casos en los que “un día se llevan la mochila a casa y nunca vuelven”, explica María José. Progresan más en áreas como las matemáticas, que practican de forma más natural que la lectura o escritura, actividades que requieren de una mayor constancia. “La asignatura que más me gusta es gimnasia”, afirma Antonio, que está aprendiendo las letras del abecedario.
También existen presiones externas sobre los niños que les llevan al fracaso escolar. “Hay niñas que se casan a los 15 años… y abandonan el colegio a esa edad. Fuera de ese contexto podrían ser buenísimas estudiantes”, afirma María José.
La asistencia es también un asunto que complica el problema del fracaso escolar. La media de niños que han incurrido en absentismo escolar durante los últimos años se encuentra entre tres y siete del total de esos 12. “Ahora mismo tenemos dos estudiantes que faltan de forma reiterada sin justificación”, explica Nieves. “Uno no viene desde febrero, pero el otro está alcanzando un nivel de asistencia más normal”.
Ambas profesoras consideran el papel de los padres muy interesante en su trabajo con los niños de El Vacie. Tal como señala Nieves, “Conocemos prácticamente a todas las familias… Muchos niños vienen de familias de 9 hermanos o más, y todos han ido pasando por este colegio”. Muchos padres “vienen poco al colegio; a veces tenemos que hablar con ellos en la calle porque es pedirles demasiado que acudan al centro”, añade Nieves. Sin embargo, tanto Nieves como María José han observado un mayor apoyo por parte de las familias de los estudiantes más pequeños, en comparación con los de 15 años, por ejemplo. La mayoría de los padres “piensan que la educación de sus hijos es importante, pero no la aprovechan bien”, añade María José.
“Hemos decidido dedicar nuestro trabajo a este lugar… Tratamos de mejorar todo cada día”. Las profesoras concluyen con su lección principal para evitar el fracaso escolar: los niños necesitan sentirse realizados para adquirir valía y fortaleza. Necesitan sentirse importantes.
* Los nombres de los niños entrevistados en este artículo han sido cambiados a petición de sus profesoras.
Por: Rachel Schmitt & Traducción: Alejandro Palomino Guzmán
“¿Hay niños pobres en tu país?” Es la pregunta de Nicolás*, de 10 años, tras explicar su rutina diaria: se levanta a las 8 de la mañana, coge el autobús, desayuna en el colegio y después se dirige a clase, todo ello solo. “Tengo clase de lengua y también estoy aprendiendo las tablas de multiplicar del cuatro al siete”, explica Nicolás. “Después del colegio voy a los talleres: carpintería, albañilería, fontanería y pintura”. Sus profesores le consideran muy trabajador, muy independiente y con una motivación y concentración excepcionales. Sin embargo, no le gusta nada vivir en El Vacie.
El poblado chabolista de El Vacie es el hogar de casi 200 niños que están integrados en diferentes colegios de Sevilla. No obstante, la asistencia irregular y el ambiente social problemático fuera de la escuela suelen llevar a una incidencia especialmente desafortunada: el fracaso escolar. Tal y como lo define Entorno Social, una publicación independiente que se ocupa de temas de bienestar social de actualidad, este problema es “la conclusión de una etapa determinada en el colegio en la que no se han alcanzado los requisitos mínimos, lo que se traduce en un fracaso en la consecución de la educación necesaria”.
La incidencia de fracaso escolar entre los estudiantes andaluces llega hasta el 38%, superando así la media nacional estimada en un 30,8% y muy lejos del 14,9% de la Unión Europea. El problema es más grave en lugares como El Vacie, donde hay niños que “prácticamente acaban su escolarización tras la educación primaria”, explica Nieves Lobato, profesora de apoyo dentro del programa de educación compensatoria en el colegio Pedro Garfias. Esto supone el abandono de las aulas a los 12 años o algo más, aunque la educación sea obligatoria hasta los 16.
“Vivo en una chabola pero poco a poco estamos convirtiéndola en una casa”, añade Nicolás. Hace tan sólo dos años tenía una vida distinta. Nicolás se trasladó de Galicia a El Vacie cuando su madre se casó con un hombre que vive aquí. “He ido a muchos colegios distintos”, explica Nicolás, “pero de todos mi favorito es el Pedro Garfias”.
Pedro Garfias es un centro público de educación primaria ubicado fuera del poblado chabolista, en la zona norte de la ciudad. De un total de unos 225 alumnos matriculados en el colegio, 12 vienen de El Vacie. A estos últimos se les considera parte de un grupo marginado de la sociedad, ya sean gitanos (españoles o portugueses) o familias desempleadas. En el Pedro Garfias reciben actualmente la ayuda de un equipo de profesores comprometidos y especializados. “Este colegio presenta un largo historial de asistencia a estudiantes socialmente desfavorecidos”, explica la logopeda del centro María José Luque Oliva. Nicolás es uno de los 12 alumnos que, según María José, “probablemente encuentre algo mejor algún día”. A pesar de su corta edad, Nicolás ya “comprende que la forma de salir de El Vacie es trabajando duro”, añade la logopeda.
Existen varias ONG que proporcionan asistencia a los niños de El Vacie y ayudan a María José y Nieves en su trabajo. La Fundación Gota de Leche da el desayuno diario a los niños alrededor de las 8:30 de la mañana. El desayuno de hoy “ha sido Cola Cao, cereales y un bocadillo que nos podemos llevar a clase”, explica Antonio, de 11 años. Antonio viene de una familia de 11 personas y todas comparten una casa que no tiene agua caliente.
Otra ONG, Movimiento por la Paz, el Desarme y la Libertad (MPDL), se encarga del transporte escolar de los niños que viven en El Vacie y actúa también de mediadora entre la familia y los profesores.
Algo que dificulta que superen los obstáculos dentro del aula es que fuera del Pedro Garfias, “hay muy poca constancia en el trabajo… Son incapaces de acabar sus deberes”, afirma Nieves. Incluso ha habido casos en los que “un día se llevan la mochila a casa y nunca vuelven”, explica María José. Progresan más en áreas como las matemáticas, que practican de forma más natural que la lectura o escritura, actividades que requieren de una mayor constancia. “La asignatura que más me gusta es gimnasia”, afirma Antonio, que está aprendiendo las letras del abecedario.
También existen presiones externas sobre los niños que les llevan al fracaso escolar. “Hay niñas que se casan a los 15 años… y abandonan el colegio a esa edad. Fuera de ese contexto podrían ser buenísimas estudiantes”, afirma María José.
La asistencia es también un asunto que complica el problema del fracaso escolar. La media de niños que han incurrido en absentismo escolar durante los últimos años se encuentra entre tres y siete del total de esos 12. “Ahora mismo tenemos dos estudiantes que faltan de forma reiterada sin justificación”, explica Nieves. “Uno no viene desde febrero, pero el otro está alcanzando un nivel de asistencia más normal”.
Ambas profesoras consideran el papel de los padres muy interesante en su trabajo con los niños de El Vacie. Tal como señala Nieves, “Conocemos prácticamente a todas las familias… Muchos niños vienen de familias de 9 hermanos o más, y todos han ido pasando por este colegio”. Muchos padres “vienen poco al colegio; a veces tenemos que hablar con ellos en la calle porque es pedirles demasiado que acudan al centro”, añade Nieves. Sin embargo, tanto Nieves como María José han observado un mayor apoyo por parte de las familias de los estudiantes más pequeños, en comparación con los de 15 años, por ejemplo. La mayoría de los padres “piensan que la educación de sus hijos es importante, pero no la aprovechan bien”, añade María José.
“Hemos decidido dedicar nuestro trabajo a este lugar… Tratamos de mejorar todo cada día”. Las profesoras concluyen con su lección principal para evitar el fracaso escolar: los niños necesitan sentirse realizados para adquirir valía y fortaleza. Necesitan sentirse importantes.
* Los nombres de los niños entrevistados en este artículo han sido cambiados a petición de sus profesoras.
Thursday, May 6, 2010
El finde más bonito de mi vida
Aunque estoy enamorada con Sevilla, una ciudad tan bonita que no es bastante grande pero al mismo tiempo muy lleno de vida, hace algunas semanas me enamoró con otro lugar en un pueblo de Huelva: Paterna del campo.
Fui con un grupo de mis mejores amigos. Fue un fin de semana lleno de belleza, y buenas anécdotas como la paella sabrosa que comimos, la música alegre de las Sevillanas que bailamos, y las conversaciones lleno de la cultura española que compartimos. Sin embargo, lo más bonito que compartimos fue el tiempo que pasamos afuera envolviéndonos de la tranquilidad y belleza del campo, respirando el aire puro.
Intenté a captar los momentos con mi cámara, pero creo que los recuerdos son tan fuertes todavía. Nunca olvidaré los momentos riendo con mis amigos, el sabor de la barbacoa que hicimos el domingo, ni la oportunidad de reflexionar sobre mi experiencia en Sevilla mientras pasando por el paisaje.
Friday, April 30, 2010
“Are there poor kids in your country?”
Thirty-eight percent of students in Andalusia fail out of school, surpassing the national average of 30.8 percent and very far away from the 14.9 percent average of the European Union. With extensive poverty and social marginalization at the root of the problem, this is a severe reality faced by children from El Vacie, Seville’s shantytown.
By Rachel Schmitt
The shantytown of El Vacie is home to nearly 200 children who are integrated into various schools throughout Seville. But irregular attendance and problematic living environments outside of school commonly lead to an especially unfortunate occurrence: fracaso escolar, failing out of school. As defined by Entorno Social, an independent publication dealing with contemporary social welfare issues, this problem is “the conclusion of a determined stage in school in which qualifications have not been met, which translates into failing to obtain required education.”
As much as 38 percent of students in Andalusia fail out of school, surpassing the national average of 30.8 percent, and very far away from the 14.9 percent average of the European Union. The problem is more extreme in places such as El Vacie, where there are children who “practically finish their schooling after their time at the primary school” explains Nieves Lobato, a comprehensive education teacher at Pedro Garfias. That means abandoning the classrooms when they are just 12 years old or little more, although education is mandatory until age 16.
Nicolás continues: “I live in a shack, but we are in the process of turning it into a house, step by step.” Only two years ago he knew a different life. Nicolás moved from Galicia, in the north of Spain, to El Vacie when his mom married a man who lives here. “I’ve gone to many different schools,” explains Nicolás, but “my favorite of all of them is Pedro Garfias.”
Pedro Garfias is a public primary school located outside of the shantytown in the north of the city. Among the school’s population of approximately 225 students, 12 come from El Vacie. Each of them is considered part of a marginalized group within society, whether they are gypsies (Spanish or Portuguese) or unemployed families. At Pedro Garfias they currently receive the help of a team of committed, specialized teachers. “This school has a long history of attending to socially disadvantaged students,” explains speech therapist María José Luque Oliva. Nicolás is one of the 12 who, according to María José, “will probably find something better someday.” For such a young age, Nicolás already “understands that the way to get out of El Vacie is through hard work.”
There are various NGOs that assist the children from El Vacie and help María José and Nieves in their work. Fundación Gota de Leche (Drop of Milk Foundation) provides daily breakfast for the children around 8:30 a.m. every morning. Today’s breakfast “was chocolate milk, cereal and also a sandwich that we could bring with us to class,” explains 11-year-old Antonio. Antonio comes from a family of 11 people who all share a house that has no hot water.
Another NGO, Movimiento por la Paz, el Desarme y la Libertad (MPDL, Movement for Peace, Disarming, and Liberty), organizes school transportation for the children living in El Vacie and serves as a mediator between the family and the teachers.
Part of what makes overcoming obstacles inside of class difficult is that outside of Pedro Garfias “there is very little continuity of work… They are unable to complete their homework,” states Nieves. What’s more, there have been instances where “one day they bring their backpack [home] and with some of them, they never return,” describes María José. Progress is more easily made in areas such as math, which comes more naturally to the students than reading or writing, skills that require more practice. “My favorite class is gym,” states Antonio, who is in the process of learning the letters of the alphabet.
There are also outside pressures leading students to the point of failure. “There are girls who get married at age 15… they abandon school at that point. Outside of their context they have the potential to be completely great” students, says María José.
Attendance is also an issue that complicates the problem. The average number of children absent of the total 12 over the past year ranges from three to seven. “Right now we have two students who are regularly absent without justification,” explains Nieves. “One hasn’t come back since February, but the other is in the process of gaining a more normal attendance record.”
Both teachers find the roles of the parents very interesting in their work with the kids from El Vacie. As Nieves shares, they are “familiar with practically all of their families… Many children come from families with nine kids or more, all of whom have attended school here.” Many parents “don’t come to the school often; sometimes we have to meet with them in the streets because it asks too much of them to enter,” she adds. However, Nieves and María Jose have observed an increase of support from the families of the younger students in comparison to those who are 15 years old, for example. Most parents “think that education of their children is important. They just don’t take advantage of it well,” says María José.
“We have chosen to dedicate our work to this place…We try to improve everything every day.” And the teachers conclude with their main lesson to avoid failing out of the school: the kids need to gain worth and strength through feeling successful. Feeling that they are important.
*The names of the children interviewed were changed for this article at the request of their teachers.
By Rachel Schmitt
“Are there poor kids in your country?”Nicolás*, age 10, asks after explaining his daily routine. He wakes up at 8 a.m., catches the bus, eats breakfast at school and then goes to class all on his own. “I go to language class and also am learning [multiplication] tables of between four and seven,” he explains. “After school I go to the workshops: carpentry, bricklaying, plumbing and painting.” Nicolas is known by his teachers for being hardworking, very independent and for having an exceptional sense of motivation and concentration. However, he doesn’t like anything about living in El Vacie.
The shantytown of El Vacie is home to nearly 200 children who are integrated into various schools throughout Seville. But irregular attendance and problematic living environments outside of school commonly lead to an especially unfortunate occurrence: fracaso escolar, failing out of school. As defined by Entorno Social, an independent publication dealing with contemporary social welfare issues, this problem is “the conclusion of a determined stage in school in which qualifications have not been met, which translates into failing to obtain required education.”
As much as 38 percent of students in Andalusia fail out of school, surpassing the national average of 30.8 percent, and very far away from the 14.9 percent average of the European Union. The problem is more extreme in places such as El Vacie, where there are children who “practically finish their schooling after their time at the primary school” explains Nieves Lobato, a comprehensive education teacher at Pedro Garfias. That means abandoning the classrooms when they are just 12 years old or little more, although education is mandatory until age 16.
Nicolás continues: “I live in a shack, but we are in the process of turning it into a house, step by step.” Only two years ago he knew a different life. Nicolás moved from Galicia, in the north of Spain, to El Vacie when his mom married a man who lives here. “I’ve gone to many different schools,” explains Nicolás, but “my favorite of all of them is Pedro Garfias.”
Pedro Garfias is a public primary school located outside of the shantytown in the north of the city. Among the school’s population of approximately 225 students, 12 come from El Vacie. Each of them is considered part of a marginalized group within society, whether they are gypsies (Spanish or Portuguese) or unemployed families. At Pedro Garfias they currently receive the help of a team of committed, specialized teachers. “This school has a long history of attending to socially disadvantaged students,” explains speech therapist María José Luque Oliva. Nicolás is one of the 12 who, according to María José, “will probably find something better someday.” For such a young age, Nicolás already “understands that the way to get out of El Vacie is through hard work.”
There are various NGOs that assist the children from El Vacie and help María José and Nieves in their work. Fundación Gota de Leche (Drop of Milk Foundation) provides daily breakfast for the children around 8:30 a.m. every morning. Today’s breakfast “was chocolate milk, cereal and also a sandwich that we could bring with us to class,” explains 11-year-old Antonio. Antonio comes from a family of 11 people who all share a house that has no hot water.
Another NGO, Movimiento por la Paz, el Desarme y la Libertad (MPDL, Movement for Peace, Disarming, and Liberty), organizes school transportation for the children living in El Vacie and serves as a mediator between the family and the teachers.
Part of what makes overcoming obstacles inside of class difficult is that outside of Pedro Garfias “there is very little continuity of work… They are unable to complete their homework,” states Nieves. What’s more, there have been instances where “one day they bring their backpack [home] and with some of them, they never return,” describes María José. Progress is more easily made in areas such as math, which comes more naturally to the students than reading or writing, skills that require more practice. “My favorite class is gym,” states Antonio, who is in the process of learning the letters of the alphabet.
There are also outside pressures leading students to the point of failure. “There are girls who get married at age 15… they abandon school at that point. Outside of their context they have the potential to be completely great” students, says María José.
Attendance is also an issue that complicates the problem. The average number of children absent of the total 12 over the past year ranges from three to seven. “Right now we have two students who are regularly absent without justification,” explains Nieves. “One hasn’t come back since February, but the other is in the process of gaining a more normal attendance record.”
Both teachers find the roles of the parents very interesting in their work with the kids from El Vacie. As Nieves shares, they are “familiar with practically all of their families… Many children come from families with nine kids or more, all of whom have attended school here.” Many parents “don’t come to the school often; sometimes we have to meet with them in the streets because it asks too much of them to enter,” she adds. However, Nieves and María Jose have observed an increase of support from the families of the younger students in comparison to those who are 15 years old, for example. Most parents “think that education of their children is important. They just don’t take advantage of it well,” says María José.
“We have chosen to dedicate our work to this place…We try to improve everything every day.” And the teachers conclude with their main lesson to avoid failing out of the school: the kids need to gain worth and strength through feeling successful. Feeling that they are important.
*The names of the children interviewed were changed for this article at the request of their teachers.
Aventura de Autostop
Un día en Marzo, terminé con mis clases y me senté con mi amiga María en la planta baja del palacio. Inmediatamente ella me dijo “¡vas a ser famosa!” y le pregunté por qué. María me preguntaba si he hecho “autostop” en mi vida. No sabía que significa autostop al principio, pero con la ayuda de una demonstración (de la mano con el pulgar arriba), me di cuenta de que estaba hablando María. “No, nunca he hecho autostop en mi vida” respondía. “¡Pues, tienes que inventar una historia! Vas a estar en la tele” María me dijo.
Antes de que yo lo supiera, estaba en un coche con mi amigo Mateo, y dos reporteros de La Sexta, en nuestro camino a la plaza de armas para recrear una escena de “autostop.” Mateo y yo pasamos casi una hora imitando una experiencia de autostop, con una señal en que tenía escrito “HUELVA”, llevando nuestras mochilas también. Después de eso, una reportera nos cuestionó algunas preguntas enfrente de la camera. Era una experiencia muy graciosa e inolvidable. Y también, demuestra cómo no puedes creer cada historia que ves en la tele.
Aqui se puede ver el video de la resulta final... en que me llamo "Sara" jaja
http://www.lasextanoticias.com/videos/ver/por_que_ya_no_hacemos_autostop/248033
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